De acuerdo con el encabezado de una noticia, “Xalapa tendrá la mejor Sala de conciertos del país”, pero ¿y el público? ¿No hay algún proyecto para formar melómanos? El maestro Prieto ha insistido mucho en que se construya la Sala de conciertos, pero ¿Se preocupa porque los jóvenes veracruzanos aprendan a apreciar la música de concierto? ¿Y las autoridades, qué hacen al respecto? Los recientes conciertos de la Sinfónica Juvenil con el grupo Aleph y música de los Beatles puede verse como un esfuerzo para atraer a un amplio sector de la población e interesarlo en las actividades de esa orquesta, pero la Sinfónica de Xalapa no ha hecho nada parecido.
No es extraño que la gente que asiste a los conciertos de estas orquestas frecuentemente aplauda cuando no debe hacerlo, porque mientras cursaban la secundaria y preparatoria no se les explicó qué es una sonata o una sinfonía, ni mucho menos en qué consiste una obertura, un preludio, una fuga, o a qué se llama allegro, adagio, scherzo, presto, rondó, etc. etc.
A pesar de que los contribuyentes de Veracruz se dan el lujo de costear varias orquestas, coros y ballets y existe una Secretaría de Educación y Cultura, en las escuelas de enseñanza media no se le ha dado mucha importancia a la apreciación musical.
Cuando yo cursaba la secundaria en la Escuela “Antonio María de Rivera”, el profesor Moreno explicaba en sus clases el origen de la ópera y el oratorio y otros pasajes de la historia de la música, y así oí hablar de Verdi y Rossini; además, ofreció algunos recitales con el cuarteto que había integrado con sus hijos. En fin, era un verdadero animador cultural.
El plan de estudios de secundaria incluye ahora un taller de Expresión y apreciación artística, pero no se le dedica mucho tiempo a la música. ¿Cuántos jóvenes terminan su bachillerato sin haber tenido nunca la oportunidad de escuchar un recital de piano o un concierto de cámara?
Los estudiantes de música y artes podrían hacer su servicio social como animadores en secundarias y colegios preparatorios, incluso en las facultades, pero eso requiere una movilización que nadie al parecer está dispuesto a emprender.
¿Qué pasará, por cierto, cuando las actividades culturales queden a cargo de la nueva Secretaría de Turismo, Cultura, etc.?
Con la reestructuración de la burocracia estatal, la cultura dejará de ser la otra cara de la educación para convertirse en la trastienda del turismo, y problemas como el que acabo de presentar, quedarán definitivamente congelados.
(Política, Martes 20 de diciembre 2005)
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