domingo, 19 de agosto de 2018

El futuro de las universidades

Hace unos días se celebró en Xalapa el coloquio de otoño sobre el futuro de las universidades y en la última sesión – la llamada “mesa de rectores”, Raúl Arias señaló que hay 3005 universidades en el país, con lo que se da una verdadera “changarrización” de la educación superior, y aseveró que “tenemos que discernir jurídicamente qué entendemos por universidad, porque lo que se está jugando es justamente el futuro…del país”.
Como al final de la sesión, se permitió hacer pregunta, llené una papeleta. “¿No creen Uds. que hace falta una Ley de universidades, como en España, para regular a las llamadas universidades “patito”, que se dedican exclusivamente a la enseñanza, obligándolas a destinar un porcentaje de sus presupuestos a la investigación y la difusión científica y cultural?”.
El Dr. Fernández Fassnacht, que se encargó de darme respuesta, dijo que se podría hacer una ley para las universidades privadas, pero no para las públicas, porque son autónomas, pero en España también hay universidades “autónomas” -- la Universidad Autónoma de Madrid y la Universidad Autónoma de Barcelona, donde estudió Raúl Arias -- y hay también una Ley de Universidades.
Con más de tres mil instituciones de enseñanza superior, me parece que hace mucha falta en México una ley que permita regularlas, un marco jurídico que englobe tanto a las universidades públicas y “autónomas”, como a las privadas.
Se trata precisamente de discernir, como señaló Arias, “qué entendemos por universidad”, pues precisamente por la falta de una ley han proliferado las instituciones de enseñanza superior que no apoyan investigaciones ni hacen nada para difundir la ciencia y el arte.
La ley tiene que ser general, pero no afectaría a las universidades autónomas, porque, como señaló Arias, “ [ya]se nos exigen procesos de acreditación y certificación”, pero esto no se hace en el caso de las universidades privadas, que se verían así sujetas a las mismas normas y obligaciones que ya se impone a las instituciones públicas.
Hace años publiqué una nota en Política, señalando que la Secretaría de Educación de Veracruz debería condicionar el Reconocimientos de validez oficial, exigiendo a las universidades privadas que destinen por lo menos un 5% de su presupuesto a la difusión científica y cultura, lo que permitiría darle empleo a los egresados de Artes de la Universidad Veracruzana. Por otra parte, durante la rueda de prensa que siguió a la mesa de los rectores una reportera señaló que los académicos de las universidades públicas recurren muchas veces a las universidades "patito" para obtener títulos y post-grados que les permitan avanzar en sus carreras, y el Dr. Narro negó que eso ocurra. Sin embargo, eso es lo que pasa en la Universidad Veracruzana, donde recientemente alguien ganó un concurso para una plaza de tiempo completo, gracias a que tenía una maestría “patito”, y hace unas décadas varios investigadores se adornaron con doctorados obtenidos por correspondencia en España o en la famosa Atlantic University, que opera – y eso ya dice mucho – en Hawaii.
Hace falta un tabulador más preciso que le asigne su justo valor a los títulos obtenidos en otras instituciones, de acuerdo con el reconocimiento que tengan.
No es lo mismo un doctorado obtenido en la Universidad de Boston o en la Sorbonne que el de la Duckling University. Se incurre en una contradicción, como señaló la reportera, cuando por un lado se condena la proliferación de instituciones dedicadas a la enseñanza superior y por otro se aceptan los títulos que otorgan. En cuanto a la "pérdida de capital humano" que mencionó otra reportera, a la que
le contestó Raúl Arias, me parece que olvidó el problema de algunos egresados de nuestra universidad que destacaron como estudiantes y luego obtuvieron becas – en algunos casos de las embajadas, en otros del FONCA y el CONACyT o incluso de “Tío Fidel” -- para estudiar en algunas de las universidades más prestigiosas del planeta y al volver a Xalapa se encuentran con las puertas cerradas y apenas logran subsistir dando algunos cursos con salarios de tres y cuatro mil pesos mensuales.
Las universidades deben atender a esos jóvenes y no tratarlos con indiferencia. Me parece muy bien que la Universidad Veracruzana se preocupe y apoye a los cafeticultores y a las familias de emigrantes, pero no debe olvidar a sus mejores egresados.
(enviada el 10 de diciembre 2012)

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