La noticia de que la Universidad
Veracruzana procedería a otorgarle nuevas credenciales a investigadores,
docentes y empleados, me recordó el caso del INAPAM. Hace unos meses me decidí
a tramitar la credencial que otorga ese organismo para obtener algunos
descuentos y me enteré de que era necesario acudir primero a la Quinta de las
Rosas para obtener una ficha. Posteriormente, hablé con la responsable y le
hice ver que yo trabajo y no dispongo de toda la mañana para tramitar la
credencial, pero me contestó que "no se trabaja por citas en ninguna parte
del estado". En otras palabras, no se quiso poner las pilas. Al parecer,
los funcionarios del INAPAM creen que todas las personas mayores de sesenta
años ya se jubilaron y no tienen nada que hacer. Tuve que reclamar para que se
me atendiera debidamente, pues el famoso instituto trata a los viejos como
ciudadanos de segunda. En realidad, la credencial NO HACE FALTA pues debería
bastar con la credencial de elector para obtener los beneficios que se otorgan
a los mayores de sesenta años. Eso es lo que se hace en España, donde se usa el
DNI (Documento nacional de identidad, equivalente a la credencial de elector),
para comprobar la edad y obtener los beneficios correspondientes. Y si no hace
falta la credencial, tampoco hace falta el INAPAM, un organismo cuyo principal
logro es haberle dado su credencial a un millón de mexicanos durante el año
pasado y que representa una carga para el contribuyente. Se malgastan en ese
organismo recursos que se podría destinar a hospitales, universidades y
organismos culturales o a programas de atención a los viejos que podrían estar
a cargo del IMSS. No hay que olvidar que este tipo de gastos – el innecesario
crecimiento burocrático – son los que han hundido a Grecia y otros países. El
colmo es que luego fui al Palacio municipal y vi que ahí también había colas
para obtener OTRA credencial de jubilado. Lo peor de todo es que algo parecido
está ocurriendo en la Universidad Veracruzana, donde el personal ya contaba con
la credencial del Servicio médico y ahora se le exige que tramite otra
credencial provista de un “chip”, en la que se han gastado ya unos ochocientos
mil pesos y puede costar más. También se pretende dotar de “credenciales
inteligentes” a los estudiantes, aunque los del área de humanidades las
rechazaron sensatamente y han optado por las credenciales tradicionales. Hace
poco estuve unos días en París y me di cuenta que los estudiantes de la
Sorbonne tienen credenciales de plástico, parecidas a las “tradicionales” de la
U.V., y con los recortes impuestos por el nuevo presidente no hay ni la más
remota posibilidad de que se les vaya a dotar de “credenciales inteligentes”
como las que aquí están de moda.
Por si todo esto fuera poco, no crean
que con las nuevas credenciales para académicos y empleados ya no se van a
requerir las del servicio médico; lo que se pretende es que se hagan nuevas
credenciales para ese fin … y, si nadie los para, al rato inventarán
credenciales para ir al baño.
(La jornada Veracruz, miércoles, octubre 03, 2012)
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