domingo, 19 de agosto de 2018

Cine-conciertos


El pasado 24 de octubre, la Cité de la Musique celebró el 70° aniversario de Tiempos modernos, proyectando la obra maestra de Charles Chaplin al mismo tiempo que la música era interpretada en directo por la Orquesta der laradio Flamenca, dirigida por el americano Carl Davis.

Aunque se filmó en 1936, es decir unos diez años después de la aparición del cine sonoro. Tiempos modernos no tiene diálogos, pero la música juega un papel esencial. Chaplin compuso personalmente la partitura rodeado de arreglistas como Edward Powell y David Raskin.


La noticia, publicada en el Nouvel Obs, me recordó que en junio asistí en París a un cine-concierto con mi hija, donde se exhibió por cierto una película de Chaplin, rescatada en Francia y que no aparecía en los catálogos de sus obras. Pagamos como 7 euros cada uno, pero además de la película, a la que le ponía música un pianista, luego nos ofrecieron pasteles y un refresco, que desde luego no eran embotellados son o hechos con antiguas recetas.

Hace décadas asistí a un cine-concierto en el Ranelagh que originalmente era un teatro reconstruido hacia 1890 y que entre 1932 y 1986 funcionó como cine; se exhibieron entonces las películas de Merliès que luego su nieta trajo a México y que volví a ver aquí. 

Las películas mudas se asocian por lo general con el piano, pero en realidad los cines de esos tiempos preferían emplear un conjunto instrumental o una orquesta, cuya capacidad para expresar la paleta de sentimientos y situaciones dramáticas era mucho mayor que la del piano; también se cree que los músicos improvisaban libremente, pero desde 1910 se publicaron varias recopilaciones de temas musicales clasificados por el sentimiento o la atmósfera que evocaban; eso sí, cada cine tenía sus músicos, cuyos arreglos eran completamente diferentes a los de otros cines.

En 2004, la Fundación Cartier para el arte contemporáneo le encargó al trío nlf3 que le pusiera música a una película muda, y el grupo escogió ¡Qué viva México! de Einsenstein. Así, se produjo la banda sonora para esta bella e ignorada obra, y el trío se ha estado presentando en muchas ciudades y festivales, desde la Fundación Cartier y la Cité de la Musique en París hasta el Festival Cervantino en México.

Y ahora veo que el Balzac, un viejo cine, está tratando aprovechar el entusiasmo despertado por los cine-conciertos, creando una orquesta que acompañará los largometrajes los domingos en la mañana, una vez al mes, así como los cortos exhibidos al principio de cada función. Además, todos los sábados en la noche los alumnos del ciclo de perfeccionamiento musical del conservatorio ofrecen un recital de veinte minutos antes de la proyección de la película, y así el sábado pasado unas chicas interpretaron la sonata para clarinete y piano de Poulenc antes de la exhibición de La vida ajena.


Todo parece indicar que los cine-conciertos están de moda y ojalá no haya que esperar mucho para que se realice alguno en Jalapa. Lástima que el Cine Radio se haya convertido en estacionamiento, cuando lo que había que hacer era restaurarlo y convertirlo en un cine arte y sala de conciertos.


(Política, 13 de febrero 2007).

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