domingo, 19 de agosto de 2018

Carlos Chávez y Miguel Alemán


En contraste con la designación de los titulares del CONACULTA, establecido por un decreto de Salinas en 1988, y de otros funcionarios que han estado a cargo de las principales instituciones culturales del país, en 1947 el presidente Miguel Alemán designó a Carlos Chávez como titular del Instituto Nacional de Bellas Artes, que se estableció a fines del 46.

En realidad, como candidato, Alemán ya había llamado a Carlos Chávez meses antes para que planeara la reorganización del sector cultura del gobierno, que es dicho sea de paso lo que debió haber hecho Calderón, que al parecer sólo decidió nombrar a Sergio Vela en el CONACULTA después de asumir la presidencia, y en consecuencia Vela se tomó un año para elaborar su programa de trabajo, lo que revela que no estaba preparado para desempeñar el cargo. 



El caso es que con el INBA el presidente Alemán le dio mayor importancia a las artes, pues en el sexenio de Cárdenas hubo un Departamento de Bellas Artes, que era una dependencia de la Secretaría de Educación, pero perdió importancia con Avila Camacho, cuando se convirtió en Departamento de Actividades estéticas.

Desde un principio, Alemán tuvo el tino de incluir entre sus colaboradores a Carlos Chávez, que era uno de los principales ideólogos del nacionalismo y un brillante compositor, Además, se había desempeñado como director del Conservatorio Nacional durante cinco a partir de 1928, cuando volvió a México y también se hizo cargo de la Orquesta Sinfónica de México, cuyos integrantes formarían luego la Sinfónica Nacional, que él mismo creó.

Para entonces, Carlos Chávez ya había compuesto la Sinfonía de Antígona (1933), la Sinfonía india (1935), Chapultepec (1935), Diez preludios para piano (1937), y su Concierto para piano y orquesta (1938), así como Xochipilli (1940), una obra que se le encargó para la exhibición de arte mexicano en el Museo de Arte Moderno de Nueva York. 

En 1915 Chávez conoció a Pedro Luis Ogazón, que introdujo la música de Debussy en México en 1903 y que influyó mucho en él al hacerlo estudiar la teoría de armonía de Juan Fuentes. En 1922, Carlos Chávez se casó con una pianista, Otilia Ortiz, que era también una discípula de Ogazón, y se fue con ella a Europa, donde logró que su Segunda sonata para piano fuera publicada por la firma berlinesa Bote und Bock, con lo que se empezó a dar a conocer en el extranjero. Además, en París, Chávez conoció a Paul Dukas, quien lo alentó para que se concentrara en la rica herencia musical de México, de la misma manera que había hecho Manuel de Falla con la música española, y Bartók y Kodaly con la música folklórica de Hungría. 

Por todo eso Carlos Chávez sabía muy bien lo que había que hacer para impulsar la cultura nacional y convertir al país en una potencia del mundo de las artes; para eso contaba con colaboradores como el jalapeño Eduardo Hernández Moncada, a quien conoció cuando ambos tocaban en los cines para acompañar las películas mudas que se exhibían entonces, y Luis Sandi, pero además nombró a Salvador Novo en la dirección de teatro.

Hace falta, por cierto, una buena biografía del compositor. ¿Cómo no se va olvidar su labor, si los responsables del CONACULTA no han mandado hacer una biografía? 


(Política, 9 de abril 2008) 




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