domingo, 19 de agosto de 2018

Un presupuesto de etiqueta


El Festival Diciembre musical 2006, organizado por la Secretaría de Educación, el DIF estatal y el ayuntamiento resultó una excelente oportunidad para que el Maestro Tornero evitar que los diputados le recorten de nuevo el presupuesto del Instituto Superior de Música, pues el jueves 14 de diciembre un grupo de músicos ofreció un concierto de música de cámara en el auditorio del Palacio Legislativo a mediodía, y otros en el VIP’s por la tarde, además de presentarse en el Centro Comercial “Las Animas” el viernes a las 18:00 horas; la Bda juvenil se presentó el sábado a mediodía en la Plaza Lerdo y el domingo en el parque de Los Berros, un cuarteto de cornos en el Agora; el ensamble de percusiones se presentó el martes en el Centro recreativo a las 18:00, y la Orquesta Infantil de cuerdas en el Palacio Legislativo a la misma hora; además, el Ensamble de cuerda, tocó en la galería de arte Contemporáneo el miércoles a las 18:00 horas y el ensamble de música barroca se presentará en el Colegio Preparatorio este viernes a las 18:00 horas.

De ser así, en enhorabuena y qué bien que Tornero se haya puesto las pilas, pero qué necesidad había de andar tocando en restaurantes y centros comerciales, en los parques y calles, y de llevarle música a los legisladores – nomás faltó una serenata a Cynthia Lobato o alguna otra diputada--, pues lo que hizo falta es promover los conciertos que normalmente ofrece la Sinfónica Juvenil y no este despliegue a deshoras.

La responsabilidad no es sólo de Tornero, sino de la Secretaría de Educación que nunca hizo nada por promover la música de concierto entre los estudiantes de bachillerato, digamos, y con la “reingeniería” parecía querer desentenderse por completo del asunto.

En este sentido, Diciembre Musical representa un oportuno volantazo y nos recuerda que la educación no puede prescindir de la cultura.

Lo que hace falta, en mi opinión, es un programa como el de la Orquesta de París que invita a los estudiantes al ensayo general y a los conciertos, pero no nada más así como así, porque los chicos elegidos reciben cierta preparación de sus maestros de Apreciación estética. Algo así no lo ha hecho tampoco la OSX, pues su titular Carlos Miguel Prieto tampoco se ha preocupado por promover la música de concierto entre los jóvenes del estado de Veracruz. 

Para esto se requiere obviamente la colaboración de la Dirección General de Bachilleratos a cargo de Denisse Uscanga, que no parece muy interesada en promover la música ni nada. La Sinfónica Juvenil es la punta del iceberg de todo lo que se hace en el instituto, y hay que promover sus conciertos, que en este año se desaprovecharon de modo irresponsable, lo mismo que el recital que ofreció Héctor Rojas y que lamentablemente coincidió con el concierto de la OSX.

El Instituto Superior de Música también debe destinar alguna partida a la publicación de las obras de Mario Ruiz Armengol, editadas por Alejandro Corona, y las de otros compositores veracruzanos, como Rubén Montiel, o las de algunos jóvenes que ya empiezan a destacar.

Para ser digno de su nombre, también debe apoyar investigaciones, pues urge un libro sobre los compositores veracruzanos, con capítulos dedicados a Rubén Montiel y Eduardo Hernández Moncada, Mario Ruiz Armengol, Raúl Ladrón de Guevara y Mateo Oliva.

No hay que recortarle el presupuesto al Instituto Superior de Música, pero sí hay que etiquetárselo, para que al menos una partida se destine a investigación y publicaciones.

(Política, 21 de diciembre 2006)

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