Entre el 24 y el 27 de enero, la Sinfónica de la Juventud Venezolana “Simón Bolívar”, bajo la tutela de su joven director Gustavo Dudamel, se presentó en cuatro ciudades españolas -- Oviedo, Zaragoza, Valladolid y Madrid--, interpretando La consagración de la primavera, de Igor Stravinski y la Quinta Sinfonía de Tchaikovsky, entre otras obras; además, ofreció un concierto dedicado a Shostakovich, durante el cual se presentó como solista Christian Jiménez, que el 20 de noviembre 2004 obtuvo el segundo lugar en el Concurso iberoamericano de violonchelo “Carlos Prieto”, realizado en México. Se trata de un joven que está empezando su carrera, pero al que se le dio esta oportunidad como resultado de la política cultural de Venezuela, que tiene como meta la preparación y promoción de los jóvenes talentosos, aprovechando los ingresos del petróleo para financiar unas 250 orquestas, compuestas por más de 200 mil niños y adolescentes.
En cambio, nuestra Sinfónica Nacional, que también hizo una gira por Europa, donde ofreció catorce conciertos en un total de doce ciudades de Alemania, Holanda, Francia y Bélgica, llevó como solistas al argentino nacido en Venezuela Sergio Tiempo y a la Ucrania Anna Fedorova, que interpretó aquí el primero de Tchaikovsky con la Sinfónica de Xalapa, dirigida por el coreano Shinik Hahm, que apenas la pescaba. ¿Acaso no hay músicos mexicanos que merezcan la oportunidad de tocar como solistas con nuestra orquesta durante una gira por Europa? ¿Por qué no invitar al guitarrista Cecilio Perera a tocar el Concierto de Aranjuez o a Abdiel Vásquez, que ganó el concurso de piano “Angélica Morales”? Tanto Abdiel Vásquez como Cecilio Perera obtuvieron el Premio Nacional a la Juventud, pero aún así no han recibido una oportunidad como la que se le ha concedido a Christian Jiménez en estos días. Perera va a tocar próximamente la Fantasía para un gentilhombre de Rodrigo con la OFUNAM, pero estudió en Xalapa y nunca tocó como solista con nuestra orquesta, aunque ya había ganado dos concursos internacionales. Prieto ni siquiera se enteró de su existencia, y ahora no escatima esfuerzos para lucirse como promotor de la joven Ucrania y el trasnochado argentino que a sus treinta y cinco años no ha tenido el éxito que alguna vez se le auguró.
El año pasado la Sinfónica Nacional de Lyon --- en Francia hay varias sinfónicas “nacionales” – hizo una gira por Japón, llevando como solista a Jean Frédéric Neuburger, un muchacho que obtuvo hace unos tres años el tercer lugar en el concurso internacional Marguerite Long --- el primero lo obtuvo un chino, pero Neuburger, que entonces tenía veinte años, se convirtió en la estrella francesa del teclado. No sólo obtuvo el tercer lugar, sino muchos otros premios que otorgan asociaciones de manera independiente y como resultado acumuló una cantidad mayor al primer premio; la Sinfónica Nacional de Lyon lo llevó en su gira por el Japón para que interpretara el concierto en sol de Ravel.
Prieto invitó a Osorio para que tocara el concierto para piano de Ponce, pero en París el que tocó como solista el primero de Tchaikovsky fue Sergio Tiempo.
También la Orquesta Sinfónica del Estado de México, a cargo del inefable Enrique Bátiz, inició el 15 de enero una gira por 19 ciudades de Estados Unidos, donde ofrecerá 49 conciertos, con tres programas diferentes, entre ellos uno con música mexicana, y a nadie que conozca a su titular le sorprenderá que lleve como solista a Leonel Morales, un pianista cubano nacionalizado español que tocará el tercero de Rachmaninoff y el primero de Tchaikovski, pues siempre se ha expresado con desprecio de los pianistas mexicanos.
El hecho de que estas orquestas mexicanas hayan contratado como solistas a extranjeros para ir de gira a Europa y los Estados Unidos revela la falta de una política cultural que tenga como meta el impulso al talento de los músicos del país. Desde luego, la posición de Dudamel es muy diferente a la de Prieto, que está muy lejos de gozar del reconocimiento del joven venezolano que a sus veintiséis años ya ha sido designado como sucesor de Esa-Pekka Salonen en la Filarmónica de Los Angeles. Por algo dijo Simon Rattle, el director de la Orquesta Filarmónica de Berlín, que "si algo está ocurriendo en el mundo de la música clásica, es en Venezuela".
(Política, 29 de enero 2008 y Milenio el Portal, Domingo 10 de febrero 2008).
No hay comentarios:
Publicar un comentario