domingo, 19 de agosto de 2018

En este taxi yo sí leo


La Secretaría de Educación de Veracruz sigue dando tumbos y palos de ciego en lo que se refiere al Fomento a la lectura. El programa “En este taxi yo sí leo” me recuerda el título del más conocido de los libros de Gabriel Zaid: Para leer en bicicleta. El título es muy bueno, pero el programa me parece desatinado. Se trata de una copia del Programa De boleto, implementado por el Gobierno del Distrito federal, para promover la lectura en el metro y los autobuses, y que tampoco me parece acertado, porque ahí por lo general hay que mantenerse alerta y no descuidarse metiendo la cabeza en un libro. Hubiera sido mejor implementar algo parecido en los autobuses foráneos, donde los pasajeros pasan más tiempo, pero no creo que colabore el ADO y otras empresas porque las películas que exhiben les permiten aumentar la tarifa. De cualquier modo, un autobús o un tren no son los mejores lugares para leer, y menos un taxi; en realidad, no es recomendable leer en un vehículo en movimiento. Borges leía en el tranvía, pero eso contribuyó a que perdiera la vista, porque se le desprendió la retina. Por eso resulta inadmisible que se promueva la lectura en trenes, autobuses y taxis. Yo cuando viajo en un autobús prefiero aprovechar la oportunidad de apreciar el paisaje, pues por lo general vivimos en las ciudades; además, hay que hacer un poco de introspección, pues todo nos distrae y nos enajena. Para promover la lectura, sería mejor aprovechar los consultorios, pidiéndoles a los médicos que le ofrezcan revistas atractivas a sus pacientes. En la Universidad Veracruzana existe un Programa de Fomento a la lectura, pero en el Servicio médico los pacientes ven la tele, pues no se les proporcionan revistas y periódicos. Lo mejor es promover la lectura en las escuelas y por medio de la radio y la televisión. Hay que interesar a los niños y a los jóvenes en los libros, despertar su curiosidad y para eso se requiere proporcionarles información sobre libros y escritores.
Cuando era niño, me encontré en casa un libro descosido, una parte de un libro, en realidad, y ahí vi una imagen que me atrajo. Dos hombres hablaban en una habitación y veían hacia una ventana, que no era rectangular, sino ovalada, y por la cual se veía una especie de pulpo, un calamar enorme. Se lo enseñé a mi madre y ella me dijo “Ese era un libro de mi abuelo” y me habló de 20,000 leguas de viaje submarino.
Mencionó además que el autor, Verne, también había escrito otros libros, el Viaje al centro de la tierra y otro sobre la luna, así como La vuelta al mundo en 80 días. De momento yo no pude leer esas obras, pero me quedó muy claro que los libros encerraban historias interesantes y portentosas. La información que ella me proporcionó en ese momento me despertó interés y lo mismo hizo muchas veces, pues me habló de París y la guerra de Troya, el rey Midas y me explicó lo que era un centauro, un fauno, etc.
Para interesar a la gente, hay que proporcionarle primero información acerca de los libros y sus autores, y eso es algo que se puede hacer por radio o televisión.
Durante todo el año pasado, estuve insistiendo en que el IVEC tuviera un programa de televisión, como “IVEC presenta”, que se transmitía los sábados por el Canal 4 Más, y en el que se le podían dedicar unos minutos a reseñar libros, como se acostumbraba en “Revista universitaria” a fines de los ochenta. Incluso se puede hacer un programa dedicado a comentar libros con los participantes de los talleres de lectura y cualquier persona que quiera hablar de algún libro que le haya gustado especialmente. Hay que organizar talleres de lectura en las escuelas, desde luego, e invitar a los escritores a que vayan a dialogar con sus lectores. Así se hace en Francia, donde Michel Tournier no sólo hizo una versión para niños de su novela sobre Robinsón y reescribió la historia de Pierrot, sino que también aparecía en las aulas para contestar las preguntas de sus lectores. 

(La jornada Veracruz, domingo, 12 Feb 2012).

No hay comentarios:

Publicar un comentario