domingo, 19 de agosto de 2018

Rescate de la difusión cultural (II)



La “recuperación” de la Difusión cultural anunciada por la nueva rectora, Sara Ladrón de Guevara, se ha limitado a una reestructuración administrativa. Se restableció la Dirección General de Difusión cultural, que ahora depende de la Secretaría de rectoría, lo mismo que Extensión universitaria y Vinculación; lo curioso es que la Editorial no forma parte de este grupo, aunque obviamente la publicación de libros es una forma de difusión cultural. En otras palabras, la reestructuración no tiene una base conceptual. Se trata de algo caprichoso, esa es la (triste) verdad.
Y si la reestructuración no está fundamentada, ya se pueden imaginar cómo anda lo demás. Esther Hernández Palacios anunció “un amplio programa…, iniciando con un coloquio de eco crítica y eco poética, a realizarse en marzo próximo”, con lo que incurre en un desvío de fondos, pues va a usar el presupuesto de la nueva dependencia, para algo que más bien cae dentro de la competencia del Instituto de Investigaciones Lingüísticas y Literarias y/o de la Facultad de Letras. La confusión no se limita a la reestructuración administrativa o no hay confusión y Esther simplemente cree que puede manejar a su antojo el presupuesto de esa dependencia. Además, la Dra. Hernández Palacios anunció la organización de algunas actividades para conmemorar “el centenario del natalicio de los escritores Octavio Paz, José Revueltas y Efraín Huerta”. Lo extraño, lo que requiere una explicación, es el hecho de que no mencionara el centenario de Mario Ruiz Armengol, pues este compositor nació en el puerto de Veracruz el 17 de marzo de 1914. La Universidad Veracruzana va a celebrar a tres escritores mexicanos, pero olvida a un compositor veracruzano. El centenario de Octavio Paz se va a celebrar en grande, y las actividades se extenderán a otros países como Francia, España, Brasil y Japón, de modo que no se requiere que haga mucho la Universidad Veracruzana, y lo mismo en el caso de Revueltas y Huerta, cuyas obras serán reeditadas por el Fondo de Cultura económica. En cambio, se ha olvidado al compositor, y por eso es necesario que la Universidad Veracruzana, y el Gobierno de Veracruz, por medio del Instituto Veracruzano de Cultura, intervengan y hagan algo al respecto. La música, desafortunadamente, no ha sido nunca el lado fuerte de Esther, que hace tiempo coordinó un libro sobre Diez creadores veracruzanos, donde incluyó semblanzas de Agustín Lara y de Francisco Gabilondo Soler, “Cri-cri”, pero olvidó a Mayito, y ahora nuevamente lo ningunea.
En vez de anunciar un coloquio sobre literatura, sectario, por lo demás, lo que se debía aclarar es con qué se va a remplazar el Festival Junio musical, que tuvo momentos estelares cuando, por ejemplo, la joven violinista francesa Deborah Nemtanu interpretó la sonata de Ravel en la Sala Chica, acompañada por un pianista de su país, y cuando Anne Queffélec se presentó en el Teatro del Estado. Hace tiempo se manejó la idea de dedicarles ese festival a los jóvenes y convertirlo en un Junio juvenil, es decir en un festival para músicos emergentes que hace mucha falta, pero, por lo visto, Esther no piensa relanzar ese festival y tampoco tiene un nuevo proyecto.
Paradójicamente, lo que se esperaba de la nueva rectora, por sus antecedentes familiares, es que le diera un decidido impulso a la música.

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