miércoles, 19 de junio de 2019

Premios y ninguneo en la UV

Anualmente, la UV otorga el Premio al Decano a seis académicos, que se podría pensar que son los más destacados, pero no es así, y en realidad se ningunea a otros investigadores que han obtenido reconocimientos importantes extra muros. Como respuesta a una solicitud de información, hace unos días obtuve el dictamen del jurado y las semblanzas de cinco de los académicos que obtuvieron los Premios al Decano 2019. Faltó una, que por descuido no incluyeron. De cualquier modo, las semblanzas de los galardonados revelan que no se le dio mucha importancia a los principales reconocimientos que puede obtener un profesor o investigador en México, es decir las becas del SNI (Sistema Nacional de Investigadores) y del SNCA (Sistema Nacional de Creadores de Arte).
Uno de los académicos que obtuvieron el premio fue "miembro del Sistema Nacional de Investigadores de 1998 al 2013". No especifica el tipo de nombramiento que obtuvo; sin embargo, se puede deducir que por lo menos al principio solo tuvo la beca de "candidato a investigador", pues se doctoró en 2002, y el grado es un requisito para el Nivel I. De cualquier modo, en 2013 ya no se le renovó la beca, pero el jurado consideró que "En lo referente a la investigación, demuestra su liderazgo académico con publicaciones de artículos, libros, capítulos de libros"; el hecho de que esas publicaciones no le hayan permitido conservar la beca del SNI, no tiene al parecer importancia. Y lo mismo se asienta prácticamente con las mismas palabras en todos los casos de los galardonados.
"La alta calidad docente" de los galardonados, "se hace evidente en las evaluaciones de Consejo técnico, alumnos y tutorados".
En otras palabras, las evaluaciones internas, es decir realizadas dentro de la UV son más importantes y sin duda más objetivas (Nótese la ironía) que las evaluaciones externas, es decir realizadas en organismos como el SNI.
También destaca el jurado la "activa participación institucional" de los galardonados "en comisiones y en actividades de gestión, tanto como sus destacadas actividades de vinculación que enlazan las actividades substantivas de la universidad con la sociedad".
Se refieren con esto al desempeño como coordinadores de una maestría y de la academia de su facultad, es decir por actividades burocráticas, y haber sido representante de sus colegas en el Consejo Universitario. Otro de los galardonados, tiene 40 años trabajando en la UV, pero apenas obtuvo su doctorado en 2017 y acaba de ingresar al SNI para el periodo 2019-21.
Otra, forma parte del Sistema Nacional de Investigadores (Nivel I), según su c.v. que vi en el sitio de la universidad, pero ignoro desde cuándo, pues no me proporcionaron su semblanza, como ya dije. Los otros no forman parte del SNI.
También se le da mucha importancia a las iniciativas que han impactado en las entidades de adscripción y en la universidad, como un programa de Filosofía en el Ágora (una sesión al mes) con la participación de académicos de varias facultades sobre temas de interés actual y
una asistencia de 60 a 150 persona) o gestionar recursos externos para la planeación y remodelación de la cafetería, tienda, bodega, auditorio y sala de exposiciones temporales.
Uno de los ellos obtuvo en 2 ocasiones el Premio Miguel Covarrubias que creo es el que otorga el INAH y comporta una recompensa monetaria pero no lo dice y tampoco aclara si lo obtuvo por una investigación, una tesis o una exposición museográfica; además obtuvo el Premio Alfonso Caso pero tampoco da más información.
En general, me parece que se le dio más importancia a las evaluaciones de los consejos técnicos y tutorados, así como a las actividades de tipo administrativo en la UV y a los reconocimientos obtenidos intra muros que a las distinciones externas, que conllevan una recompensa monetaria, como la beca del SNI. Y, al mismo tiempo que reconoce a unos académicos, la UV ningunea a otros que han obtenido importantes reconocimientos externos, que la benefician porque se trata de "indicadores" que determinan los recursos que se le asignan.
Por ejemplo, uno de los concursantes ingresó al SNI (Nivel I) en 1985 y logró que le renovaran la beca cada tres o cuatro años hasta el 2010, cuando de acuerdo al reglamento solicitó y se le concedió la prolongación por quince años más; obtuvo un premio importante que conlleva una recompensa monetaria y la publicación de una obra, una beca alemana para investigar en Berlín y un apoyo especial del Fonca, entre otros reconocimientos. Por todo eso el jurado le reconoce "una trayectoria sólida", pero le reprocha que no realice "actividades de docencia, tutorías y gestión". Hay que hacer de todo para llenar el "perfil de deseable", y no dedicarse a investigar. En fin, el síndrome de Procusto.
Y así están las cosas.
La Jornada. Junio 18, 2019.

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