Debido a que el Dr. Edgar García Valencia me publicó una antología y las Cartas a Luchting de Ribeyro, hace más de un año le propuse una antología de cuentos y ensayos de Michel Tournier, que traduje, pero actualmente se encuentra bloqueada por el comité editorial, del que forman parte mis colegas Martha Murguia y Norma Angélica.
La antología está integrada por diez cuentos de Le medianoche amoureux, un libro que leí en octubre de 1989, unas semanas después de su publicación, cuando me encontraba en Paris; de vuelta en Xalapa, traduje uno de ellos y se lo envié a Espinasa, que lo publico en la revista Casa de tiempo; luego le envié otro que publicó en La Jornada semanal con una entrevista a Tournier que también traduje.
Y así seguí traduciendo otros cuentos y relatos que me gustaron especialmente.
Y esas traducciones se publicaron el Semanario de Novedades, Textual, que era una revista de El nacional, Plural, la Revista de la Universidad de México la Revista X y otras; algunas se reprodujeron en suplementos de provincia.
Los ensayos son posteriores y se publicaron en Le crespuscule des masques (199 ) y Célébrations (2000), pero uno de ellos también se publicó en Casa del tiempo y otros en Arena, un suplemento del Excélsior, gracias a Claudia Posadas. Desafortunadamente, el comité editorial me ha hecho algunas objeciones al parecer basadas en el dictamen de un traductor que consultaron y hasta el momento no ha aprobado esta publicación. Por ejemplo, consideran que nunca se deben cambiar los nombres de los personajes de los cuentos, y les parece un sacrilegio que a una niña que en el original se llama "Blandine" yo le haya puesto "Clarisa".
El caso es que "Blandine" en español se asocia con "blando", por lo que haría pensar en una niña regordeta y no en la creatura luminosa del cuento, a la que decidí ponerle "Clarisa", que no solo alude a su luminosidad, sino también a su risa y alegría. "El ideal de la traducción poética", según Valéry, "consiste en reproducir con medios diferentes efectos análogos". No basta con traducir un cuento de un idioma a otro, sino que a veces hay que reconstruirlo en otra cultura, y eso es lo que traté de hacer.
Mi traducción de publicó en la Revista de la Universidad de México (1990) con una nota donde explico el cambio de nombre y no hubo objeción, pero el comité editorial es más conservador, y el traductor que consultaron no está al tanto del desarrollo de los Translation Studies, una disciplina que ya cuenta con revistas y otras publicaciones académicas, reconocida en las principales universidades de los Estados Unidos y otros países. (En México, hay una maestría en el Colmex).
Además, me piden una introducción como las de la Biblioteca del estudiante universitario, que me parecen pesadas, pretenciosas y sobre todo contraproducentes, pues al cargar un texto de explicaciones se ahuyenta a los posibles lectores al darles de entrada la impresión de que el texto no es accesible y menos placentero.
No se trata de un manuscrito medieval y ni siquiera de cuentos y ensayos decimonónicos, que requieran una edición crítica, pues los cuentos de Tournier que traduje apenas se publicaron hace
unos veinte o treinta años, por lo que "no requieren mayor elucidación", como diría Borges, y yo me limité a redactar un prólogo a la vez discreto y conciso.
La discusión ya se ha prolongado mucho y lo mejor es sacarla a luz.
Ojala mis colegas acepten mis razones y no se empeñen en ponerle trabas al libro.
La Jornada, Veracruz, julio 6 del 2018